martes, 7 de junio de 2011

¿Qué es el amor?

Una vez me preguntaste qué era el amor. No supe contestarte. ¿Cómo definir algo con tantas facetas, todas tan distintas e iguales al mismo tiempo? ¿Cómo definir esa palabra, cómo resumir todo lo que significa en un par de líneas? ¿Cómo saber exactamente qué es el amor, si cada vez se nos muestra de una forma diferente?

Entre Romanticismo, Realismo y Poesía Pura esta tarde, he tenido un flashback mirando las preciosas cortinas de mi habitación. Atentos al dato: ni siquiera estaba mirando por la ventana, simplemente los cuadros de mis cortinas. Y casi he oído aquella pregunta que susurraste cerca de mi oreja, provocándome un escalofrío, seguido de un pánico terrible y un fuerte dolor en algún lugar remoto de mi pecho. Te tomé por loco y dejé que el silencio te respondiera con su habitual frialdad. Pero, en realidad, no era una pregunta tan descabellada.

¿Qué es el amor? ¿Es un sentimiento, una sensación, un pensamiento? Desde luego, no es una mentira. No hay falsedad en la adrenalina que recorre nuestras venas cuando estamos enamorados. Tampoco en el accelerando de nuestro corazón cuando vemos a esa persona. Ni en la aguda punzada que se nos clava sin piedad cuando la perdemos.

Dicen que el amor y la locura van de la mano, así que niego también que el amor pueda ser un pensamiento. El amor puede acarrear un incesante trabajo del cerebro sobre el objeto de nuestro amor, que es diferente. Y aquí es donde llega mi tema preferido: la lucha interna entre razón y corazón. Pueden hacerse apuestas sobre quién ganará, pero nunca podremos tener un porcentaje medianamente certero que nos asegure un mínimo de fiabilidad, pues ambos son tan poderosos que manipulan a su antojo nuestras acciones, en igualdad de condiciones. Y hasta la persona más responsable y prudente puede llegar a hacer grandes locuras por amor. Grandes, enormes, gigantes. Universales.

El amor es una sensación que te revuelve las entrañas, tanto para bien como para mal. La primera fase suele ser común a todo tipo de amores: los nervios, la idealización del ser amado, la adorable "enfermedad", los desórdenes alimenticios y el insomnio. El acercamiento, las conversaciones que quedan grabadas a presión en nuestra memoria, la contemplación. Esa mezcla entre felicidad y amargura constante.

¿Y si no es recíproco? He de reconocerlo, creo que no hay sonido más devastador que el de un corazón rompiéndose en un billón de piececitas diminutas que se clavan en lo más hondo del alma y la hacen sangrar; y aún así, es hermoso. Lo siento si suena un pelín macabro. Tras el rechazo, la vida carece de sentido. ¿Para qué? ¿Qué finalidad tiene seguir si no es con él/ella? Y todo parece sumirse en un agujero negro, un pozo en el que caemos durante un tiempo indefinido que se nos antoja eterno. Pero tocamos fondo, se produce el efecto rebote y tenemos que salir de nuevo.

Hablemos de un amor correspondido. De repente, tras una temporada en el limbo a medio camino entre la plenitud y el infierno, se nos abren las puertas del cielo. Subimos a lo más alto. Sentimos la satisfacción de estar junto a él/ella y disfrutamos de cada momento como si fuera el último. No tiene porqué convertirse en rutina, aunque es difícil evitarla. Sorprendernos con algo nuevo, amarnos de forma distinta cada día. Probar nuevos temas, nuevas experiencias. Viajar, convivir. Crisis, reconciliación.

Doy por supuesto en el anterior párrafo que ese amor correspondido es un amor de "fácil acceso", es decir, sin complicaciones. Pero, ¿y si no es así? Color, edad, distancia, religión... y miles de motivos más pueden hacer que ese amor correspondido acabe apagándose a la fuerza. O que quede aprisionado en algún rincón de nuestro corazón, esperando inútilmente su oportunidad. Podemos hacer como si no existiera esa llama en nuestro interior, aunque nos queme cada uno de los 21 gramos que dicen que pesa el alma. Y puede que lo consigamos. Pero, lo más probable es que estalle o se apague (el estallido suele conllevar su posterior extinción). ¿Qué puedo decirte que no sepas ya? Seguramente tú sabes más de esto que yo.

Me hiciste aquella pregunta, "¿qué es el amor?", y me quedé en blanco. Quizás es demasiado tarde para responderte. Quizás no leas esto nunca. Quizás me equivoque y el amor sea algo completamente diferente... Pero hoy, entre mis temas de Literatura Universal, sentía la asfixiante necesidad de responderte. Ojalá hubiera tenido las agallas suficientes en aquel momento para decirte todo esto, ojalá tú me hubieras abrazado fuerte mientras estallaban nuestros corazones y se incendiaban a la vez nuestras almas. Ojalá se hubieran extinguido después sin dejar huella alguna del fogonazo. Y no esta sensación amarga cuando desentierro lo que queda de ti.

No queda ni una mirada.

2 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes... hay amores que simplemente esperan su momento. Como dicen nuestros queridos apuntes de EATC: "Alguien que ha amado tanto no puede morir sin ver cumplidos sus deseos"

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  2. Quien escribe sobre amores, bien puedo asegurar que los ha vivido.
    Sin embargo, yo, encuentro la "no correspondencia" de una utilidad brutal. Pues te ayuda a ser más fuerte y a aclarar, por ese tiempo, tu mente con totalidad :)

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