domingo, 23 de agosto de 2020

Olivo verde.

 Llueven en mi vientre y en mis manos

palabras de otros. Ciñen mis ojos

sus vendajes en este verano atemporal.

Apenas respiro.


Nacen labios que no callan,

se agrietan y sangran. Llega

el sabor metálico a mi boca.

Sus mentiras me ahogan.


No hay olivo verde ni escondite

donde guarecer esta incertidumbre

de días soleados y agua

que roza tus mejillas.


La herida es

demasiado profunda.


Nacen palabras púrpura

en tus labios. Susurros de sombras

que no se atreven a romper

esta incesante caída en vertical.


Llueven tus palabras y germinan

en mi vientre y en mis manos.

Florecen verdes ramas en mis ojos.

Y respiro.

sábado, 27 de junio de 2020

No me acostumbro.

Deseé alguna vez que un poeta me amase

Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo,
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos,
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.

Chantal Maillard, Semillas para un cuerpo (1988).



Todavía abro tus mensajes con el corazón latiéndome en la garganta. Un corazón ardiendo. Ya no hay palabras nuevas, como si alguien las hubiera cortado de raíz. Y yo he sido la única en quedarme a repasar las faltas de ortografía.

Es cierto que no hay rencor. Solo un profundo vacío. Una nostalgia imperecedera. Miedo. Vergüenza. Un temblor incontrolable en la pierna izquierda. ¿Qué hago aquí? Tan cerca y tan lejos de tus manos. Eres inalcanzable.

Hay noches en las que no puedo soportar la oscuridad. Me hago pequeña en mi lado de la cama, aferrada a la almohada, suspirando en cada rayo que se cuela por la persiana. Hay algo roto en mí. Y no es el corazón, sino las entrañas.

¿Por qué no supimos poner nombre a todo aquello? Habría sido más fácil. ¿Quizá no quisimos? Habría perdido la magia... O no.

Quiero creer que ya no te escribo. Y cada vez que se me cuela una página en blanco no puedo más que llenarla de tus recuerdos, de mis dudas, de nosotros ti. Solo reconoceré una vez más que cada palabra es tuya. Escrita desde las entrañas, desde donde se quiere de verdad.

Porque pese a la ausencia, una suave calidez se apodera de todo mi cuerpo cuando creo cruzarme contigo, cuando imagino verte a lo lejos. Se me dibuja una sonrisa en los labios. Y solo tengo palabras de cariño que mueren en el silencio de tu mirada. Porque nunca eres tú, excepto en mis sueños.

Pero no sufras, cada año guardo un poquito más lejos tu nombre. Y aunque el vacío no disminuya, sus canciones son un bálsamo que ninguna de mis caricias podrá pagar.

No me acostumbro. No me acostumbro a que "solo" ya no lleve tilde. Joder, no me acostumbro a estar sin ti. No, mierda. Ojalá me leas. Porque este vacío está lleno de tus palabras.