domingo, 18 de noviembre de 2018

XXIII

No extrañéis, dulces amigos,
que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres
y en guerra con mis entrañas.

Antonio Machado.

domingo, 23 de septiembre de 2018

El pulmón izquierdo.

Sigo respirando a través del agujero que dejaste en mi pulmón izquierdo.
De cuando en cuando se tapona y toso.
El olor a tierra mojada, a libro viejo y a tus fotografías ya no curan.
A veces releo tus cartas mientras acaricio la hendidura en mi pecho.
Ya no escuece. Y yo sigo adelante. A través de él, a través de ti, contigo.

sábado, 10 de febrero de 2018

El olor a hogar de tu sonrisa.

Quizás te haga gracia saber que no escribo en papel pautado a sabiendas de que mi letra todavía se tuerce en los días de viento (que son muchos) y en la pizarra (la falta de experiencia).

Quizás te sorprenda saber que todavía recuerdo cómo cerraste la puerta del coche aquel día de invierno, cómo temblaban mis manos en el volante y las tuyas en el salpicadero. Ni una palabra y tanto sentimientos, nuestro disco favorito y unas cuantas miradas.

Recuerdo tu sonrisa al preguntar "¿Dónde vamos?" y el tacto de mi meñique en tu rodilla al meter quinta antes de contestarte en un susurro.

Recuerdo la playa en tus ojos, la arena y en tus manos y en tus pies. Recuerdo el viento mezclando nuestro olor, encogiéndome los pulmones, precipitando las discretas bocanadas de aire que cogí deseando poder así captar un mínimo porcentaje del sabor de tus labios. Y los recuerdo entreabiertos, llenos de sal y de historias que nunca sabrás contarme. (De historias que invento).

Recuerdo aquellas nubes negras mojándonos, la carrera hasta el Ford Fiesta y el corazón latiéndome en el pecho como cuando descubren tu escondite en el patio del colegio y tienes que salir corriendo para el "por mí y por todos mis compañeros".

Recuerdo las carcajadas y aquel anochecer repentino sobre tu hombro. El olor a hogar de tu sonrisa tras el primer beso, la respiración entrecortada, tus manos en mi piel.

Recuerdo la vuelta a casa con tus cuentos de vidas pasadas, la luna en el retrovisor, sobre el cazasueños, y cómo jugueteaste con sus plumas.

Recuerdo las luces de las farolas rompiendo el encanto de la noche, el cruce de nuestras miradas.

Quizás te sorprenda saber que en los días de viento todavía recuerdo tus manos en mis mejillas y tu beso en mi pelo. Tu silueta alejándose y mi vuelta a casa.

Quizás te haga gracia saber que sonó nuestra canción en el garaje y que me quedé a oscuras dejándola terminar.