domingo, 28 de noviembre de 2010

¿No hay música acaso en tu ausencia?

Anoche me desperté en mitad de la madrugada, sudando, nerviosa. El corazón retumbaba como si quisiera salir de mi caja torácica y explorar el mundo exterior. Lo imaginé, diminuto como mi puño, pugnando encontrar una salida, luchando contra músculos, venas y huesos, contra la propia naturaleza. No recordaba qué había soñado y sentí el vacío de la ignorancia como un gran peso en alguna parte de mi alma. Para llenarlo, para tranquilizarme, para conciliar más tarde el sueño, decidí leer uno de los cuentos de Chéjov que tenía sobre la mesilla. "Chéjov tiene ese ingenio, esa capacidad de hacerte olvidar todo lo demás... que es lo que necesito ahora", pensé. Encendí la luz y abrí el libro por la página en la que me había quedado.

El cuento se titulaba "Enemigos" (Vragi, en ruso). Una historia de tristeza y odio. Una historia que en pleno siglo XXI en España, no tiene mucho sentido. Porque hoy en día no hay sólo un médico en la ciudad, ni debe desplazarse en carruaje hasta la casa de una enferma obligatoriamente aunque su hijo acabe de morir. ¿Verdad? Verdad.

Sin embargo, me sumergí en la lectura cual buceador experimentado. Me tenía enganchada. Y analizaba cada palabra como si se tratara de un enigma. Pero sólo al leer el siguiente párrafo la lectura cobró sentido pleno:

"Este terror repugnante en que pensamos cuando hablamos de la muerte estaba ausente de la alcoba. En el desmadejamiento general, en la postura de la madre, en la indiferencia del rostro del médico, había algo cautivante que llegaba al corazón: la belleza sutil y huidiza del dolor humano, que aún tardará mucho tiempo en ser comprendida y descrita y que, por lo visto, sólo la música es capaz de expresar."

Paré de leer. "¿No es cierto?", pensé. Hay algunos sentimientos, sobre todo el dolor humano, que sólo la música es capaz de expresar. Las palabras se hacen insuficientes. La música, la música, la música.
Seguí leyendo con más ganas y un par de páginas después encontré otro gran párrafo:

"En general, por muy bella y profunda que sea una frase, afecta sólo a los indiferentes, pero no siempre satisface a los felices o desgraciados, porque la expresión más elevada de la felicidad o la desgracia es muy a menudo el silencio. Los amantes se comprenden mejor cuando callan, y un discurso ferviente y apasionado junto a una tumba afecta sólo a los extraños."

¡¡Cierto, cierto, cierto!! Oh, ¿no es cierto? La música y, después, el silencio. Podríamos decir que incluso la música sigue estando en el silencio, porque el silencio es parte de la música. Música, silencio. Silencio, música. Incluso en tu respiración hay música, en tu corazón un ritmo, en tu voz la melodía. Y si se trata de un fallecido, ¿no hay música acaso en su recuerdo?, ¿no hay música acaso en tu llanto?

Seguí leyendo con ansia febril el cuento, devorándolo. Cuando lo terminé, lo dejé en su sitio y me acurruqué bajo las mantas.

"¿No hay música acaso en tu ausencia, en el echarte de menos?"

Contra todo pronóstico, sonreí. SONREÍ. Y con esa sonrisa en los labios, cerré los ojos y me dormí tranquila.

1 comentario:

  1. sabes que TE QUIERO chica de la eterna sonrisa.sabes que todas las noches me despierto pensando en ti?ME ENCANTA ser el loco que QUIERE A la chica de la eterna sonrisa B♥

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