domingo, 15 de mayo de 2011

Me persiguen los recuerdos como los ratones al flautista de Amelín. No estoy en condiciones de decir ninguna verdad, pues no sé qué pasa en la realidad, en el mundo sensible de Platón. Se me olvida qué pasó el otro día en clase y ya no sé diferenciar un molusco de un cefalópodo. Dentro de poco, los minimoys sabrán más que yo. Pero, no importa. Eso es lo que más me molesta de todo, que no importa.

Que ya da igual.

Lo único que quiero es sacarle fotos a sus sonrisas. Que el cielo esté siempre azul. Un buen encuadre, algo de puntería y un buen objetivo. Click. Capturada para toda la eternidad. Sus sonrisas en un álbum de fotos, colgadas en la pared, pegadas en las farolas por la calle. Me gustaría verlas a cada momento o de forma inesperada cuando camine sin dirección. Eso es lo más importante, que todos ellos estén bien.

Y tú.

Porque en tus ojos no puede haber nunca una fina gota de agua. No quiero volver a tener que repasar con mis manos tu rostro para secarlo. Porque, al gustarme tanto, no puedo capturar en una foto todo lo que tu sonrisa significa, y la necesito para que no se me acabe el mundo en este mismo instante.

Sigo silbando la melodía que hace a los recuerdos perseguirme. Cada imagen es un pequeño tesoro. Afilado y dulce a la vez, doloroso y placentero, según se mire. Y todo es tan efímero, que me cuesta retenerlo. No puedo, y se van.

Tan efímero como este, capturado en el tiempo y el espacio, unas manos sin dueño...

Siempre frías.

4 comentarios:

  1. ¡¡¡Me encanta!!! Me gusta muchísimo la foto y lo bien que expresas lo importante que es SU sonrisa.
    Yo daria lo que fuera por poder ver una suya todos los días.

    ResponderEliminar
  2. Ahí hay algo más que palabras...

    ResponderEliminar
  3. las fotos son como capturar un trocito de vida, es pura magia :)

    ResponderEliminar