lunes, 11 de abril de 2011

Muy, muy dulce.

Tenía la voz melosa y el pelo castaño. No sé si ambas características tienen mucho que ver, pero sus ojos color miel completaban la tríada que me hacía intuir que era muy, muy dulce. Sus curvas se difuminaban en los movimientos suaves al bailar cerca de mí. Y es que se me nublaban los sentidos, tan llenos de ella.

El pelo le olía a canela. Las manos eran delicadas como la porcelana y suaves como el algodón. Al besarlas, como algodón de azúcar, de color rosa. Su piel estaba ligeramente bronceada y un grupito de pecas jugaba alrededor de su nariz, como virutillas de chocolate. Cuando sus pestañas rozaban mis mejillas al acercarse, intencionadamente, no podía reprimir los escalofríos. Y su voz cálida susurrándome palabras lentas al oído. Muy, muy lentas. Me hacía enloquecer.

Y luego, sus labios. Probar sus labios fue confirmar su dulzura. No hay sabor creado por el hombre que se asemeje al de sus labios. Los probé una y otra vez. Acaricié el contorno el aquella azucarada diosa. Parecía mentira que una dama tan dulce pudiera susurrarme aquellas palabras tan saladas, que aumentaban mi sed de ella.

-¿Quieres pasar la noche conmigo? -preguntó.
-No sé, bonita, ten cerca el número de la ambulancia, puede que me dé una subida de azúcar. Eso sí, creo que nunca llegaré a empacharme de ti.

Me sonrió. Incluso su sonrisa parecía hecha de pequeños montoncitos ordenados de granitos blancos de azúcar. Muy, muy blancos.
Qué ganas tengo de comerte... y qué ganas tengo de hacer que se derrita toda tu dulzura.

5 comentarios:

  1. Jajajajaja
    ¿Por qué me sonará esto?

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  2. Me gusta! Te pasaste un tiempo sin actualizar, pero ahora lo haces casi a diario... así que siempre tengo algo que leer!
    En cuanto a tu droga... la de Kiss Me? Si es esa entonces tranquila... porque va para largo... siempre se me ocurre algo nuevo. Tengo una película tremenda en la cabeza pero tan poco tiempo para escribirla... U.U

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  3. una y otra vez... sobrepasar los límites de la dulzura

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