domingo, 24 de abril de 2011

Sirena.

Suena "Map of the problematique" de Muse en el reproductor. Tengo una ventana abierta con dos pestañas: una sobre la biografía de Goya, otra de wikipedia en la que aparece cada uno de sus caprichos explicado. Tengo una imagen en la cabeza. Tengo el olor a playa y a sal metido en las fosas nasales. Tengo...

El sonido del mar siempre la había ayudado a calmarse. Muchas veces se había planteado la idea de grabarlo, pero le parecía que el efecto tenía tanto poder por lo efímero que era. Aquella tarde, cogió una chaqueta fina y salió a la calle. Caminó mientras la luz del sol acariciaba lentamente su piel. No miró atrás en ningún momento, pero tenía la sensación de que alguien la seguía.

Entre las callejuelas interminables, entre el barullo del gentío, escuchó el inconfundible sonido del mar. Se apresuró. Mientras caminaba, el sonido se hizo más y más nítido. Entonces, al doblar una de las últimas esquinas, lo vio. El mar. Tan azul como en su primer recuerdo. Se quitó los zapatos y caminó por la orilla de la playa hasta las rocas del final. Sentía que nada más existía en el mundo. Sólo ella y el mar. Sólo el mar y ella.

Subió por las rocas y se sentó en el borde de la más alta. Durante unos minutos dejó que el sonido la envolviera. El cielo era de color azul celeste, salpicado de pequeñas nubes algodonadas que se difuminaban en diminutas manchas blancas. El sol lucía a lo lejos, a bastante altura sobre el mar, anaranjado, resplandeciente. Las olas chocaban contra las rocas y se rompían en espuma burbujeante. El viento le revolvió la larga melena y la envolvió con el olor de los miles de barcos hundidos y las miles de historias secretas que guarda el océano.

Contempló el mar y se dejó acariciar por el viento y el sol durante largo rato, sin moverse, casi sin respirar. Entonces, oyó unos pasos detrás de ella. No se dio la vuelta. Siguió observando el mar. Alguien le apartó la melena y posó sus labios sobre su hombro. Ella se estremeció. Siempre lo conseguía. Dejó que siguiera bajando con pequeños besos por su brazo. Cuando llegó a la mano, la besó con infinita delicadeza y, tras acercarse a su oído, le susurró: “Buenas tardes, sirena”.

Ella se sonrojó. Quizás habría quedado mejor “Buenos días, princesa”, pero a ella le gustó más aquel apodo. Siempre se había sentido parte del mar. Se dio la vuelta y lo miró. Su piel estaba coloreada por la luz anaranjada del sol y su sonrisa parecía mucho más blanca. Sonrió. No sabía porqué, pero aquel momento le pareció el más perfecto que alguien puede regalar. Se dejó abrazar y continuó contemplando el infinito mar, que se fundía con el cielo en la distancia.

El sol bajaba cada vez más deprisa y el tiempo se les escurría entre los labios silenciosos. Harta de estar quieta, se dio la vuelta y lo besó. Despacio al principio. Muy despacio. Sintió cómo el mar salpicaba su espalda al romper las olas mientras seguía besándole. Bajó por su cuello. Notó cómo las manos de él subían temblorosas por su espalda. Tan despacio como aquel primer beso, desabrocharon botones, bajaron cremalleras y se despojaron mutuamente de las telas que les cubrían.

Se miraron. Estaban alejados del resto del mundo, aislados en una burbuja, rodeados de mar y cielo. Aquella era su pequeña isla desierta. Nadie podría descubrirlos nunca. Ella dibujó una sonrisa traviesa. El cielo se había vuelto de color naranja con el crepúsculo y su piel había adquirido un tono más rojizo. Se acercaron de nuevo, más rápido. Se acariciaban fundiéndose el uno en el otro, dejándose el sabor a sal de su piel en los labios, envueltos en aquel mar que guardaría su secreto. Y se sintieron libres, rodeados de estrellas, hasta el amanecer.

4 comentarios:

  1. Es una suerte tenerlo tan cerca. Ese sonido se echa de menos siempre :)

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  2. curiosamente he visto esta tarde en una pestaña...una playa q me ha dejado con la boca abierta y sin palabras

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  3. Vale, perfecto, lo has conseguido. No puedo esperarme a que vuelvas a escribir para contestarte!!

    Me alegro de que te haya gustado la historia y de que hayas “aceptado” mi invitación. La ópera? Cuando quieras!! Siempre he querido ir a una, y no se me ocurre un momento mejor si tocas tú en ella =D

    Memorias de Idhum? Claramente está entre mis libros favoritos (como en los tuyos) pero no era mi intención que se pareciese. Al menos no conscientemente. En qué parte de la historia te ha recordado a la trilogía?

    El baile y la música? En serio, cada día me alegro más de haber encontrado tu blog!! El baile es una de mis cosas favoritas (por eso está en la historia) y lo de la música… si es en directo me encanta. Y la no en directo también, pero de forma distinta.

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