domingo, 19 de diciembre de 2010

Protégeme, protégeme...

Hay deseos inconfesables, ideas que no deberían pasearse por nuestra mente, sueños enrevesados que nuestro subconsciente debería tener prohibido crear.

El problema es que cuanto más inalcanzable sea, más lo deseamos, más nos frustramos en nuestro avance, y menos importante parece todo lo demás. Si soñamos con llevar a la chica de nuestros sueños en nuestro coche cutre, no nos contentaremos con un Ferrari. Nos falta lo más importante: la chica. Y precisamente eso no se puede comprar, no si deseamos algo sincero. ¡Qué irónico! Aquello que deseamos casi nunca depende sólo de nosotros.

¿No depende tu amor de otra persona? ¿No dependen tus ansias de premios del jurado? ¿No dependen tus experiencias de lo que la vida te ofrezca?

Y parece lo más normal del mundo, todos tenemos sueños, esperanzas, anhelos. Pero no hablo de eso. Yo hablo de algo más profundo, más oscuro. Hablo de cosas que no dirías a nadie, por la vergüenza que te produciría, por el miedo a las reacciones de los demás, o simplemente porque podrías ir a la cárcel (sin pasar por la casilla de Salida, como en el Monopoly).

Hablo de esos deseos irrealizables que dependen de otras personas y que nunca se cumplirán porque nunca nos atreveremos a confesarlos.

Y si no puedo conseguirlos, si no tengo el valor suficiente como para contártelos, si me faltan las agallas para enfrentarme a ellos, por Dios, córtalos de raíz. Haz que se esfumen. Protégeme de ellos, protégeme de mis deseos, protégeme de lo que quiero...

Esos deseos son como una pompa de jabón. Conforme la anhelamos, vamos soplando más y más, haciendo que se hinche. Y cuanto más grande se hace, menos felices somos. Sólo pido que venga alguien y la explote, antes de que lo haga ella.


Protect me from what I want
protect me from what I want
protect me from what I want
protège moi, protège moi
protége moi, protège moi...


http://www.youtube.com/watch?v=g0b3ctpZcFM&feature=related

1 comentario:

  1. ¡Qué irónico! Aquello que deseamos casi nunca depende sólo de nosotros.

    qué gran verdad.

    ResponderEliminar