domingo, 12 de diciembre de 2010

El día Neutro.

Para los adolescentes, hay un día a la semana que no existe. El calendario y los adultos lo llaman "Domingo".

Cuando eres pequeño, sueles pasar la mañana del Domingo en el parque, al sol, correteando de aquí para allá. Puede que comas en casa de los abuelos, que te compren chucherías, que pases la tarde jugando con tus juguetes preferidos. Cuando eres un mengajo, el séptimo día de la semana es tu preferido.

Sin embargo, creces e irremediablemente llegas a la pubertad, a la adolescencia. Hay una revolución en tus hormonas, entras en la edad del pavo. Y entonces, ese séptimo día de la semana deja de existir. El Domingo se convierte en una prolongación de la noche de fiesta del sábado. O en el día de resaca. Es el día en el que piensas en todo lo que hiciste la noche anterior. Y pasas las horas cavilando sobre las alegrías y los disgustos que te llevaste, o intentando recordarlas. En el peor (o mejor) de los casos, puede que pases el Domingo estudiando para los exámenes, con lo cual el día se convierte en un pre-lunes.

Los Domingos no ves a tu pareja. Los Domingos no ves a tus amigos. Los Domingos no sueles salir de tu habitación. Los Domingos te duele la cabeza. Los Domingos te levantas tarde y, aunque te acuestes temprano, no te duermes hasta las tantas. Los Domingos te sientes mal. Los Domingos te preocupas porque no has estudiado una mierda y vas de culo y cuesta abajo. Los Domingos... Los Domingos son odiosos.

Para los adolescentes, el Domingo se convierte en un epílogo del sábado o un prólogo del lunes. Es el día en el que no se piensa bien, en el que nada parece tener sentido, en el que nos damos cuenta de que el mundo se ha vuelto loco de verdad.

He borrado ese día de mi calendario. La palabra Domingo no está en mi vocabulario. Yo lo llamo "el día Neutro". ¿Y tú?

¡¡Viva el día Neutro!!

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