lunes, 10 de enero de 2011

Fuck the system.

Paula se levanta a las siete y catorce minutos, después de haber remoloneado un poco bajo las mantas. Es lunes. Ayer se acostó a las tres de la mañana leyendo ese libro que la tiene enganchada, no sé qué de punks. Se coloca una camisa de rayas azules y un jersey gris por encima. Luego, los calcetines de colorines que tanto le gustan y por último, los pantalones vaqueros de campana que ya nadie lleva, pero que son comodísimos.

Paula desayuna lo mismo todos los días de la semana: una taza enorme de Cola Cao y dos magdalenas. Se lava los dientes, se peina un poco los rizos deshechos, se dibuja la raya en los ojos y se maquilla las ojeras. Se coloca la chupa de cuero.

-Chao mamá -dice antes de cerrar la puerta de la calle, sabiendo que no la oirá.

Baja las escaleras poniéndose la mochila, con el ritmo de una canción de Nirvana ya en el cuerpo. "Come as your are, as you were, as I want you to be, as a friend, as a friend, as an old enemy", tararea. El viento frío la despeja mientras camina sola a la cárcel, digo, al instituto. Es que a veces los confunde, y no es la única. Ve a los fumadores con su cigarro a veinte metros de la puerta. Los saluda con un movimiento de cabeza, algo en plan "Hey, guay estar aquí", aunque en realidad no está guay. Los fumadores parecen estar cabreados, y es normal. Paula no fuma, pero le parece absurda esa nueva ley que se ha impuesto en el país. ¿No es absurdo que se prohíba fumar en todos los bares, pero no vender tabaco? En este jodido mundo lo que importa es el dinero.

Y, mientras tú piensas en si tengo razón o no, Paula ya ha entrado en clase y se ha sentado en la última fila, sola. Su compañera hoy no va a venir y sentarse con cualquier otra persona estaría fuera de lugar. En realidad, la misma Paula se siente fuera de lugar, se le nota en la mirada perdida, en el nerviosismo que denotan los movimientos de sus manos. No importa. Otra canción ocupa su mente, "I bet that you look good on the dancefloor, I don't know if you're looking for romance or, I don't know what you're looking for, I said I bet that you look good on the dancefloor...", sí, de Arctic Monkeys. Qué salvajes, los monitos, cuando dicen: "Dirty dancefloors and dreams of naughtiness". Desde luego esos sueños están de más en la cárcel, digo, el instituto. Tampoco habría con quién soñar.

Hablando de eso, Paula pasa las seis horas de clase soñando despierta. El mundo tal y como lo conocemos es tan bonito y tan jodido a la vez que dan ganas de llorar. Rebelarse. Los jóvenes son el futuro, deberían rebelarse contra las injusticias, luchar por sus derechos. Pero los mayores no les aportan ni una pizca de entusiasmo, de ganas. Como dinamita sin mecha. No explotan. Y se quedan sudando, sufriendo, aguantando. Aguantando, sufriendo, sudando.

Los problemas de un adolescente son mucho menos importantes que los de un adulto. Paula está harta de oír eso. Que si aprovecha la juventud, que si estudia mucho, que si búscate un buen trabajo. ¿Y si Paula llega al punto de no retorno y deja de buscar el futuro? ¿Y si Paula se centra en intentar arreglar el presente? ¿Sabes qué pasaría? Que sería aplastada. Humillada.

Paula es un poco rarita. Lleva sintiéndose fuera de lugar mucho tiempo. De camino a casa, otra canción da vueltas en su cabeza: "'Cause I want it now, I want it now, give me your heart and your soul, and I'm breaking out, I'm breaking out, last chance to lose control". Hysteria, de Muse, es una de sus canciones preferidas. No se cansaría nunca de escucharla. Pero cuando se encierra en su habitación, lo que pone a todo volumen es esa canción que le recuerda tanto a él. Invincible.

Se acuesta en el suelo bocabajo, sintiendo cada golpe de la batería en el pecho como un latido de su propio corazón.

...Make your dreams come true... ...Stand up for what you believe... ...There's no one like you in the universe... ...Whatever they say, your soul's unbreakable... ...And tonight we can truly say together we are invincible....

La canción se repite tres, siete, quince veces. Paula se levanta y apaga el reproductor. "Qué mundo de mierda", piensa. Es entonces cuando me escribe. Me escribe una carta larguísima donde me cuenta todo esto. Qué hace, cómo se siente, qué escucha. Sabe que no le responderé, que soy algo parecido a un amigo invisible, que no voy a sostenerla cuando caiga, que no voy a estar cada segundo a su lado. Pero sabe que me tiene en los momentos en los que nadie más está. Ese es el pacto silencioso que hicimos al conocernos.

Paula me cuenta todo eso. Y yo, alguien completamente diferente a ella en todos los sentidos, me siento igual. Podría decir ahora que somos como almas gemelas, pero suena romanticón y no estamos para cursilerías. Paula, la vida no es justa. Paula, la vida te va a dar de hostias lo que no está escrito y más. Paula, tendrás ganas de morirte cada tres segundos muchos días de tu existencia. Pero, ¿sabes? A veces, aparece alguien u ocurre algo que nos hace saborear eso que denominan felicidad. Es placentero, te lo aseguro. Es como un cosquilleo que se detiene en el estómago y manda oleadas de calidez al resto de cuerpo. La mente se queda en blanco, un blanco brillante, tan brillante y tan bonito como tu sonrisa, y los problemas desaparecen. Es como una nube. Y puedes elegir el color.

En vez de responderte, escribo aquí, Paula. Lo único que te envío es un link de youtube. Porque un lunes como el de hoy, la canción que me ronda a mí por la cabeza es de System of a Down.

I'm, but a little bit bit bit, show! But a little bit bit bit, shame! But a little bit, bit, bit!
Bit! bit! bit!

War! Fuck the system! War! Fuck the system, fuck the system!

http://www.youtube.com/watch?v=I8W5SSu6gSk

Paula escucha la canción. Salta hasta que el cansancio la agota, grita hasta que se le desgarra la voz. Mañana tendrá agujetas y estará afónica, pero ha descargado toda la adrenalina que tenía acumulada. Esta dosis le sirve para aguantar el mono durante un par de semanas. Después volverá a escribirme. Porque el mundo seguirá siendo una mierda. Y siempre pienso que quizás la próxima vez no tenga la cura para mi pequeña Paula.

Paula se acuesta a la una y cuarto hoy.  Se termina el libro ese que resulta llamarse "Deseo de ser punk". Yo todavía pienso en ella, la imagino durmiendo, con una sonrisa en los labios. No puedo estar allí con ella y, sin embargo, lo estoy.

Buenas noches, mengaja, y dulces sueños.

2 comentarios:

  1. los monkeys son muy buenos...y Paula hemos sido todos no ?

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  2. Los jóvenes son el futuro, deberían rebelarse contra las injusticias, luchar por sus derechos. QUÉ RAZÓN..pero créeme, para rebelarte no te hace falta un adulto que te encienda la llama..te dejo yo un mechero ;)

    y sobre lo de las máquinas del tabaco, estoy de acuerdo..el dinero mueve mucho, pero también se venden condones en la farmacia y no f*llas allí xDDD

    un beso!

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