martes, 8 de octubre de 2013

X. Los verdaderos poemas son incendios.

Los verdaderos poemas son incendios. La poesía se propaga por todas partes, iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agonía.
Un poema es una cosa que será.
Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.
Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.

Fragmento de Altazor, de Vicente Huidobro.


Se me acumulan los días en el calendario.
Mentiría si dijera que ni uno de ellos te pertenece.
Mis otoños orbitan alrededor de tus ojos.
Ya no sé qué escribir, ni a quién.
Quiero gritar versos sin sentido,
que sólo entendamos
nosotros tú y yo.

Esconderme en el borde de tu sonrisa
y caer como Altazor,
hasta el origen de todo amor conocido
para renacer con pureza paradisíaca
en tus brazos.

A veces me permito creer
que somos únicos,
       que nadie ha amado así jamás,
              que debería convertirnos en literatura.
Pero, ¿acaso no hay mejores historias ya escritas, hitos y mitos?,
¿cómo describirte sin quedar atrapada en los tópicos?,
¿y cómo poner un punto y final sin saber que la vida real nos dará a bitter end?

Deja que me esconda
tras estos balbuceos incomprensibles.
Nada.
       No hay nada.
              Las llamas consumen todo alrededor.
              Y desde aquí,
       desde mi paracaídas,
desde el infinito,
nada interesa a mis ojos más
que el recuerdo de tus labios.

Sueño contigo,
y lo único que me queda al despertar es
un sudor frío en la frente
y la maldita desorientación.

Tantas noches,
            tantas camas,
                       tantos anhelos.

Ojalá estuvieras allí
para abrazarte fuerte,
para esconderme en tu hombro.
Quiero abrirme el pecho y llenarme de ti.
Todo tú en este vacío insondable,
todo tú en esta tonta melancolía de martes.

1 comentario: