martes, 19 de febrero de 2013

VI. Etérea


Por un momento creí que moriríamos allí, tan quietos.
Me volví etérea mientras te imaginaba junto a mi piel.
Aparecieron los suspiros, como sogas en mi garganta,
y se atrevieron a apagarme la voz.

Volaron las cenizas del recuerdo en forma de huracanes,
arrancaron en jirones las cicatrices del corazón.
¿En qué instante decidimos quedarnos tan al descubierto,
enredándonos en cruces de miradas?

¿Cómo acabó tu olor lloviéndome despacio el alma por dentro?
Se acercaron nuestros rostros, y nuestros ojos, y nuestros labios;
huyeron nuestros miedos, nuestros errores; paramos el tiempo
y nos rehicimos con las manos.


3 comentarios:

  1. Me gusta eso de que los huracanes arranquen las cicatrices del corazón a menudo una gran cantidad de ellas no te permitirían sentir de la misma forma.

    Genial. Me ha gustado muchísimo :)

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