jueves, 3 de noviembre de 2011

Words don't come easy.

Los días de viento me hacen recordar que todavía vivimos en la realidad. Que tus secretos han cambiado de dueña. Que ahora soy yo la que teme encontrarse contigo. Esos días me quedo en casa, bajo las mantas, arropada por un calor que no consigue calmar mis temblores. El corazón late despacio y duele. Los sentimientos se congelan, se caen, se rompen.

Perdona si mis sueños nunca estuvieron muy cuerdos. Ya han empezado con el tratamiento. El doctor me ha dicho que con un par de sesiones se tranquilizarán. Aunque siempre puedo acudir a la lobotomía y borrarlos para siempre. Uy, qué brutalidad.

Nunca te pedí permiso. Y en el momento en que dijiste no, me fui. Para siempre. Para siempre es lo que decías después de ocho letras. Ahora pienso que nunca lo creíste de verdad. Y no te culpo. Ese nosotros era tan invisible, tan intangible, tan efímero.

El viento me trae el recuerdo de tus promesas rotas. Las arroja hacia mí, me golpea con ellas. Y masacrada por el bombardeo, me arrastro hacia un rincón. El rincón del castigo. Por recordarte. Por dolerme. Pero, me evaporo y escapo de la jaula en la que me encierra mi propia mente. Y siempre le acabo echando la culpa a los días de viento.

¿Puedes decirme si el viento se llevó mis palabras aquella noche? ¿Puedes decirme si también te arrebató mis cartas de las manos y las arrojó al mar? ¿Puedes decirme si es perfectamente normal o si ahora soy yo la lunática? Mientras, se me cae pedazos en forma de hoja, del árbol de mi alma.

3 comentarios:

  1. Justo hoy, que el viento soplaba, al pasear por calles con nombres de Reyes, he cogido dos hojas, las más perfectas que he visto en todo el paseo y las he guardado.
    Ambas tenían el color particular del otoño.

    Quizá quieras mañana coger otra igual y guardarla, ¿no crees?

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  2. no te preocupes por la agitación atmosférica. la tempestad y la calma se suceden en poco tiempo

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