miércoles, 12 de octubre de 2011

Carta en una botella.


Siete de la mañana. Situación: punto desconocido en medio del océano, me encuentro perdido. El sol acaba de salir por decir algo, hoy el día ha amanecido cerrado en una espesa niebla, debido a la cual no veo tierra.
Salgo a cubierta, respiro una bocanada del gélido aire…pienso en ti, hablo solo, sólo tú recorres mi mente en este momento.
Creo que ha sido esta situación quien me ha recordado tu existencia, y es que, la brisa trae un olor tan agradable como tu perfume, esa misma brisa cuyo sonido acaba de recordarme la maravillosa sensación de ser despertado por la suavidad de tu respiración cuando dormíamos juntos.
¿Aunque sabes qué? Creo que tú te pareces más a mi barco, efectivamente, al igual que él eres mi único apoyo desde hace mucho tiempo y a la vez te encuentras firmemente anclada en mi corazón. Como ya he dicho todo lo que no seas tú ha desaparecido de mi mente tal y como la tierra desapareció tras esa espesa niebla.
No sé hace cuantos días que partí de puerto, pero cada día te necesito más, eres como mi balsa, eres mi salvavidas.
Han pasado treinta minutos, va siendo hora de continuar nuestro viaje. El mar zarandea con fuerza el casco de mi pequeño gran barco, tal y como la vida nos empuja a ambos irremediablemente hacia nuestro destino. No pasa nada, mientras mi barco flote, ambos seguiremos disfrutando de surcar cada una de las olas que vengan, sea cual sea nuestro destino.
Recuerda que tú eres el barco que me mantiene a flote en la tempestad de mi vida.
B.

2 comentarios: