martes, 29 de marzo de 2011

En este edén...

La miró con los ojos entrecerrados y brillantes, y le dijo:

-Niña mía, estamos solos en el mundo. En este espacio que hemos creado, ese lugar que sólo conocemos tú y yo. Donde no somos lo que los demás quieren que seamos, sino lo que nosotros mismos guardamos en el interior de nuestra alma. En este paraíso fuera del alcance de miradas indiscretas y reproches sin sentido. Donde no hay que elegir, porque lo podemos tener todo. Niña mía, estamos solos en el mundo. Sólo tú y yo sabemos de su existencia. Sólo yo sé que eres tú quien lo mueve y le da vida. No hay sitio más hermoso que este, ni melodía más bella que la de nuestras miradas curiosas en la claridad de la madrugada. No hay tacto más suave que el de tus manos, ni olor más dulce que la frescura de tu piel. Niña mía, estamos solos en el mundo. En este edén que sólo nos pertenece a ti y a mí. Formamos ese nosotros que no acaba de formarse, pero que es tan claro como una fina gota de lluvia. No quiero huir nunca de aquí, no quiero ser nunca yo, sin ti. Niña mía, estamos solos en el mundo... y quiero que siempre sea así.

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