martes, 17 de diciembre de 2013

La mujer de negro.

Camino con mi gabardina negra y un maletín en la mano. Soy Nadie en esta ciudad de todos. Me invade el impulso irracional de entrar en cualquier bar para olvidar mi realidad. Me imagino sentado en el rincón del fondo con un whisky, esperando a la mujer de negro. Nadie se fija en mí, soy invisible bajo las luces navideñas y las carcajadas de los adolescentes. La mujer de negro me obsesiona, la mujer de negro es una constante en mi vida. Quiero esperar a la mujer de negro. Quiero hablar a la mujer de negro y que ella me mire desde su vestido ajustado y sus ojos azabache. Quiero llevarme a la mujer de negro, encerrarla para mí. Observarla, admirarla, desnudarla, follarla. Quiero unirme a la mujer de negro. Quiero ser la mujer de negro.

En lugar de eso, me dirijo hacia el último portal de esa última calle oscura del típico barrio a las afueras de la ciudad. El piso me recibe con un aliento frío. Dejo el maletín en el recibidor y la gabardina en una silla. Me siento en el sofá y cierro los ojos. La mujer de negro aparece tras mis párpados y me reprocha no pensar en ella cada segundo. Quiero matar a la mujer de negro. Y desaparecer con ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario