lunes, 14 de mayo de 2012

III. Tu caos es mi orden.

El cristal refleja tus ojos sobre el paisaje
y se confunden con el aroma extraño
que desprenden tus temblores.
La vida es algo más que imágenes
en blanco y negro. O quizás no.
No creo en Dios, ni en sus hazañas.
Ni en el palpitar dudoso de un corazón desarmado.
A veces me descubro tratando de darle
sentido a tus silencios. A tus miradas.
Pero tampoco creo en ellos todo el rato.
Tus terremotos se han calmado, y no,
yo ya no estoy allí.
Lo más doloroso es enfrentarse al espejo,
que te devuelve un aliento vomitivo, enfermizo,
y una piel de papel de fumar.
Encajar el golpe. Continuar.

¿Y en qué creo entonces?
Los árboles se dejan mutilar por la brisa,
y nosotros por susurros.

Y esa es la única verdad posible.

3 comentarios:

  1. pues entonces no se que ocurre cuando se grita

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  2. para mí sus silencios son todo lo elocuentes que necesito

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  3. Ross, nosotros también podemos vivir por susurros, no olvides que son palabras del alma y salen siempre en voz baja, lo que los convierte, de por sí solos, en palabras íntimas.

    PD: Encontraste una foto muy adecuada.

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