martes, 9 de agosto de 2011

Una historia de miedo.


El pequeño rubito cogió una silla y se sentó frente a su abuelo, que descansaba en el sillón verde de la terraza. Los suaves rayos del sol acariciaban su arrugada piel llena de manchas. El poco pelo que le quedaba en la cabeza era blanco como las paredes de su habitación. Tenía la nariz grande, los ojos verdes, la sonrisa torcida. Y la parte izquierda de su cuerpo paralizada por un ACV que había sufrido hacía más de seis años.

Su nieto ya lo había conocido así, y se divertía ayudándole a abrir la mano hinchada. El abuelo tenía millones de historias y cicatrices de guerra. Había viajado a las Américas, había sido cantante, atleta y poeta, había probado todo lo que la vida le había ofrecido. Y ahora era, como él decía, un maldito tullido.

El niño lo miró con los ojos brillantes, deseosos de saber.

-Abuelo, cuéntame una historia de miedo.

-¿Una historia de miedo? Mmm… creo que no recuerdo ninguna.

-Por favor, por favor –le suplicó, con voz de zalamero.

-Ah, sí, tengo una, mira:
Érase una vez, en el cementerio de Mugardos,
un sepulturero de tétrica mirada y mano despiadada
que los cráneos de los muertos machacaba.

El pequeño sonrió y lo miró divertido.

-¡Eso no es una historia de miedo! Yo tengo una mejor, mira: Érase una vez un cementerio donde había un guardia. Cuando el guardia se iba por las noches aparecían unos ladrones que se subían unos encima de otros y… y entraban en el cementerio. Y… y… Abuelo, ¿jugamos a las damas?

El abuelo le acarició el pelo y asintió.

-De acuerdo, de acuerdo, pero sabes que en menos de tres minutos haré una dama. Y ni se te ocurra hacerme trampas, que te doy un piñoco, ¿eh?


Más tarde, cuando el niño ya dormía como un angelito y el silencio reinaba en la casa, el abuelo habría de pensar en lo que había ocurrido aquella mañana. ¿Una historia de miedo? La única historia que realmente da miedo es la propia vida. Todo lo que te da, y todo lo que te quita, sin avisar.

2 comentarios:

  1. y tanto...un final terrorífico...a mí se me ocurre una historia de miedo rodeado de ovejas...ya...pero de ovejas asesinas...

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  2. Al final, hay circunstancias que nos derrotan que acaban llevándote hacia otras mejores.
    Perdemos cosas para ganar muchas otras. ¿Injusto? Puede, pero, ¿qué no lo es?

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