Ella. Y sus dagas verbales. Y sus palabras suaves. Y sus sombras.
Y sus manos arrancándome el alma para hacerse con ella un vestido transparente y llevarlo puesto bajo la luz de las velas en nuestras noches sin luna.
Y el temblor de su piel. Y la ferocidad de su mirada. Y el océano en sus ojos. Ella.
Transparencias y poca luz, qué idílico.
ResponderEliminarque poderío
ResponderEliminarmúsica.
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