Llueven en mi vientre y en mis manos
palabras de otros. Ciñen mis ojos
sus vendajes en este verano atemporal.
Apenas respiro.
Nacen labios que no callan,
se agrietan y sangran. Llega
el sabor metálico a mi boca.
Sus mentiras me ahogan.
No hay olivo verde ni escondite
donde guarecer esta incertidumbre
de días soleados y agua
que roza tus mejillas.
La herida es
demasiado profunda.
Nacen palabras púrpura
en tus labios. Susurros de sombras
que no se atreven a romper
esta incesante caída en vertical.
Llueven tus palabras y germinan
en mi vientre y en mis manos.
Florecen verdes ramas en mis ojos.
Y respiro.