viernes, 21 de octubre de 2011

We're just two lost souls.

Me despido de mi compañera y le deseo un buen fin de semana. Subo al autobús atropelladamente, sin mirar por dónde voy. Tropiezo y casi caigo de bruces. Sonrío al conductor y le enseño el carnet. Ni me mira. Continúo por el pasillo. Se me engancha la cartera con los reposabrazos. Maldita bandolera, ¿en qué momento tuve la brillante idea de comprar una? La sostengo como puedo y busco un asiento libre, cerca de la puerta central. No sé qué fiesta es hoy, pero hay poca gente. Me siento y dejo la puta mochila en el asiento de al lado. There's plenty of space, así que no creo que a nadie le importe caminar hacia el siguiente asiento.

Busco los cascos y los enchufo en mis oídos. Echo el respaldo hacia atrás. Cierro los ojos. Respiro hondo. Y, por un segundo, se me agolpan océanos en los ojos. Los retengo. En un momento de locura, imagino qué pensaría la gente si saliera corriendo por el pasillo. Gritando como una lunática. Como lo que soy, en realidad. Es complicado.

Miro por la ventana. Dejamos atrás la ciudad, rápido. La noche se abalanza a gran velocidad sobre los árboles que adornan los laterales de la carretera. El caos inunda mi mente. No debería estar aquí. Hace frío. Tengo miles de cosas que hacer. Necesito un respiro. ¿Qué he hecho esta semana con mi vida? ¿En qué universo paralelo he estado? ¿Dónde he...? Put your hands in the air, and wave them like you give a fuck. Perdón, ¿por dónde iba? Ah, sí, no, bueno, no sé. Da igual. Bah. ¿Sabes lo que daría ahora mismo por...? Imagen. Dolor.

Ojalá pudiera guardar en una bolsita cada una de tus sonrisas. Sería de terciopelo o algún otro tipo de material suave, para que no se desgastaran con el roce. En estos momentos, cuando siento que nada puede hacer que todo vaya mejor, la abriría y sacaría una. Y me la comería. Oh, no sé si eso suena un poco raro. Me río. Qué absurdo.

Cierro los ojos. Hace frío. Caigo dormida. Quizás sólo ha sido el delirio anterior al sueño. La música sigue sonando, aunque no le presto atención. Es la banda sonora de la locura. Siempre me acompaña. Despierto. Abro los ojos. ¿Dónde estoy? Me asomo al cristal. Cientos de puntitos naranjas irrumpen en la oscuridad a lo lejos. No sé durante cuanto tiempo los observo. Parpadeo. Me escuecen los ojos. Y mientras nos acercamos al destino, comienza la canción perfecta. La canto interiormente, pues no creo que ahora me saliera la voz.

So, so you think you can tell heaven from hell, blue skies from pain...

Dioooooooooooooooooos. Me comporto como una autómata y no siento. No siento, ni padezco. Ni penas, ni alegrías. Día tras día el cielo se oscurece alrededor. Pero, ¿qué más da? Nadie lo nota. Cuando llegue la oscuridad total, espero que sepas cómo encender la luz. Hace mucho tiempo que perdí el sentido de la orientación y ya no recuerdo dónde estaba el interruptor. O quizás lo que he perdido sea poco a poco la memoria. El día en que no me acuerde de ti, ¿qué harás? ¿Qué haremos?

Did they get you to trade your heroes for ghosts?

No sé nada de fantasmas. Ni de héroes.
El autobús para. ¿Ya hemos llegado? Me levanto a toda prisa. Cojo la bandolera y me la cuelgo al hombro. Me tira del pelo. Lo aparto. Bajo los escalones. Salgo al exterior. Hace más frío todavía. Camino rápido hacia casa. No he dado ni diez pasos cuando empieza a chispear. Cuatro más y comienza el chaparrón. Paro. Levanto las manos, con la palma hacia arriba. Alzo la cara y dejo que la lluvia me empape la cara. Cierro los ojos y sonrío. Dejo que mis océanos se confundan con las gotas. Me deshago de la sensación de opresión. Soy libre.

Llego a casa calada. No importa. ¿Hola? No hay nadie. Dejo la mochila sobre la silla del escritorio y veo el post-it de mi madre. No volverán hasta más tarde. Mejor. Me dejo caer sobre la cama. La lluvia me cae todavía en finos hilos sobre el alma, y moja las sábanas. La tranquilidad me absorbe. Y en un último pensamiento, no del todo coherente quizás, me digo que...

How I wish you were here.

Y, de repente, ya no hace frío.



lunes, 17 de octubre de 2011

No sabíamos que el amor es como la poesía, y que todos los amantes, incluidos los más mediocres, se imaginan ser los primeros.

El diablo en el cuerpo, Raymond Radiguet.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Carta en una botella.


Siete de la mañana. Situación: punto desconocido en medio del océano, me encuentro perdido. El sol acaba de salir por decir algo, hoy el día ha amanecido cerrado en una espesa niebla, debido a la cual no veo tierra.
Salgo a cubierta, respiro una bocanada del gélido aire…pienso en ti, hablo solo, sólo tú recorres mi mente en este momento.
Creo que ha sido esta situación quien me ha recordado tu existencia, y es que, la brisa trae un olor tan agradable como tu perfume, esa misma brisa cuyo sonido acaba de recordarme la maravillosa sensación de ser despertado por la suavidad de tu respiración cuando dormíamos juntos.
¿Aunque sabes qué? Creo que tú te pareces más a mi barco, efectivamente, al igual que él eres mi único apoyo desde hace mucho tiempo y a la vez te encuentras firmemente anclada en mi corazón. Como ya he dicho todo lo que no seas tú ha desaparecido de mi mente tal y como la tierra desapareció tras esa espesa niebla.
No sé hace cuantos días que partí de puerto, pero cada día te necesito más, eres como mi balsa, eres mi salvavidas.
Han pasado treinta minutos, va siendo hora de continuar nuestro viaje. El mar zarandea con fuerza el casco de mi pequeño gran barco, tal y como la vida nos empuja a ambos irremediablemente hacia nuestro destino. No pasa nada, mientras mi barco flote, ambos seguiremos disfrutando de surcar cada una de las olas que vengan, sea cual sea nuestro destino.
Recuerda que tú eres el barco que me mantiene a flote en la tempestad de mi vida.
B.

martes, 11 de octubre de 2011

Esa indiferencia propia de dos extraños.

Me gustan los antes, los casi, los a medias. Los sentimientos de amor y odio que se mezclan en tu presencia. El miedo, incluso. Tus ojos. La vida que en el segundo justo antes del choque pasa por tu mente a toda velocidad. La explosión. Nada de mariposas. No. Una bomba atómica en el estómago. Las ganas de saltarme las reglas. La culpa. El puto orgullo. Sobre todo el puto orgullo. Que no me deja respirar. Me ahoga y ahí es donde te pierdo. Te pierdo y me muero. Bueno, no, en realidad no. La verdad es que me quedo callada, como si no decir nada fuera suficiente para sostener los temblorosos escombros de mi corazón que amenazan con venirse abajo.

Como si pudiera mentirme a mí misma.
Como si no hablar de ti me ayudara a olvidarte, a borrarte de mi mente.
Como si cada día no pensara en aquella utopía que inventamos con frases inconexas, carentes de sentido.

Todavía tengo esta sensación de angustia y opresión. Esta aguja de problemas atravesándome la sien. Este balazo en el alma. Y no me queda más remedio que sonreírte y mirar hacia otro lado, mientras tú pones cara de que no me conoces.

viernes, 7 de octubre de 2011

Ojos de perro azul.

"No abras esa puerta", dijo. "El corredor está lleno de sueños difíciles". Y yo le dije: “¿Cómo lo sabes?” Y ella me dijo: “Porque hace un momento estuve allí y tuve que regresar cuando descubrí que estaba dormida sobre el corazón”.


Ojos de perro azul, Gabriel García Márquez.

[Me ha ganado]

jueves, 6 de octubre de 2011

How to disappear completely.

Dame sólo un momento. Un minuto que se prolongue hasta la eternidad. Unos segundos convertidos en toda una vida, en mil vidas, en la vida entera del planeta Tierra. No me toques. No me mires. No pienses siquiera en la posición de mi cuerpo, tan cerca del tuyo. Que no se te ocurra la brillante idea de romper el silencio con palabras absurdas.

Dame sólo un momento. ¿Ves? Si no piensas en mí. Si no significo nada en este segundo del presente que ya se ha convertido en pasado. Si no soy nadie... Me hago invisible. Paso a un segundo plano, ese que nadie se atreve a mirar por si encuentra sus errores, sus miedos, sus recuerdos. Me acumulo en un trastero infinito. Duermo entre las cajas de chatarra. Y no merezco ocupar un solo milímetro de tu corazón.

Dame tan sólo un momento. Voy a hacer un truco de magia. Es el típico truco de mago barato. Sólo que, esta vez, no hay truco, es real. Vamos a dejar que pase el tiempo. Este momento infinito. Primero, no podrás sacarme de tu mente. Pensarás millones de veces en qué habré querido decir con estas palabras, a qué me refería, qué ocurrirá en el futuro. Llegará un punto en el que mi imagen sea un recuerdo borroso en tu memoria. Pero, sólo cuando me veas y no seas capaz de reconocerme. Sólo cuando mi presencia no te provoque ningún sentimiento. Sólo entonces se habrá completado. Y yo habré desaparecido. Habré desaparecido completamente.

I'm not here, this isn't happening, I'm not here...